Aquí va otra de mis batallitas de yaya cebolleta... Esto ocurrió a finales de 2014... Tal vez no lo sepáis aun, pero... he desarrollado fobia a las tiendas de bricolaje. Ahí va mi experiencia personal con este tema...
Ir de compras a tiendas de bricolaje es
toda una prueba de obstáculos para mi.
Primero de todo, empezaré contando el
“que hago yo en una tienda de estas”. Bien, en mi casa estamos al
más puro estilo de Esta casa es una ruina, de Tom Hanks. Una pareja
joven (si, bueno, en los treinta y pocos), en una casa vieja y un
poco dejada, haciendo reformas.
¿Sabéis esos programas de reformas de
casa en los que hay un jefe de obra guapete y todo un séquito de
obreros que hacen una casa a toda leche?
Pues bien, eso son programas de Ciencia
Ficción, ya que la realidad, tristemente, es muy distinta.
Pues gracias a las reformas he
descubierto lo que son tiendas tipo Leroy Merlin, BricoDepot, etc. y
las pequeñas ferreterías. Todo ello era antes un mundo desconocido
y sin interés alguno por descubrir, pero como mi chico insistió en
que yo eligiera baldosas y un sinfín de complementos para la casa,
no quedó otra...
Tras visitar las grandes tiendas de
bricolaje de Mallorca, descubrí algo que me dejó aterrada: tengo un
gusto atroz para decorar baños. Si yo quería un baño naranja o en
tonos lilas, mi chico me convencía (y lo cierto es que tiene
muchísima razón y buen gusto) y me enseñaba otras paletas de
tonos, un poco más apagados que incluyendo complementos de otros
colores queda divino de la muerte.
A lo que iba, tras haber vivido 3
semanas sin tener retrete, teniendo que ir a hacer mis necesidades
entre los naranjos (si, vivo felizmente en una casita en el campo) y
sufrir una diarrea que casi me lleva al más allá, por fin tuvimos
el WC instalado. Pero no os vayáis a pensar que reformar un baño
desde cero es tan fácil... no, y sino que se lo digan a mi novio, al
cuñado y a mi cuñada, que con mucha paciencia venía a estar con
nosotros para ayudarnos (sobre todo a mí) a pasar el trance de mear
en la naturaleza.
Así que hoy llegó el día. El día en
que por fin podíamos comprar gran parte del mobiliario que nos hace
falta en el baño, todo ha sido gracias a un super ofertón (yo aun
sigo alucinando ya que nos hemos ahorrado la friolera de más de
200€) en una de estas tiendas.
Como soy una experta en ir de compras,
o más bien, en evitar ir de compras en plenas rebajas, nos hemos
levantado a las 7 de la mañana para poder estar allí a poco más de
las 8.
Increible señores, ¡pero ya había
gente comprando, o peor aun, saliendo de la tienda a las 8:10 con su
compra ya hecha!
¡¿Pero quién c*** se levanta tan
pronto para a las 8:10 irse con la compra hecha de un sitio de
estos?! Flipante...
Pero lo más cuqui, o mejor dicho, la
idea más buena, ¡es que habían preparado el desayuno para los
clientes! Había café calentito, leche, galletas y hasta batidos de
chocolate para los más peques. Bueno, nosotros al terminar la compra
hemos ido a tomarnos un rico batido de chocolate y unas galletitas...
¿Y creéis que aquí acaba mi entrada?
Pues no, no sin antes contar uno de los momentos más vergonzosos de
mi vida... El tener que llevar un carro de compra de ese tipo de
tienda.
No son como los del Carrefour, que los
domino como si fuese una profesional de los rallyes, son unos
armatostes enormes, que se necesita fuerza bruta para moverlos y para
colmo las ruedas van para donde quieren... Así que, lo admito, un
dependiente de la tienda me ha tenido que explicar como llevar el
carrito para poder llegar a la sección donde estaba mi novio
esperandome...
Muy humillante, pero por suerte tenía
un rico batido de chocolate esperandome a la puerta de la entrada.
Así que ya sabéis anti-fans de
tiendas de bricolaje, si váis, ¡id siempre acompañados por alguien
que tenga la fuerza de un oso y la paciencia de un león!
Pasad un buen día ;-)
Eva
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