martes, 15 de septiembre de 2015

Vuelta al cole... a los 30

Hacía ya unas cuantas semanas que no escribía nada y tras leer el mail de una amiga, en el que me dijo que leerme es como una terapia para ella, me he dicho que si al menos hago feliz a una persona ya merece la pena seguir con el blog ;-)

Bueno, esta es oficialmente mi última semana como “no estudiante” y es que la próxima semana vuelvo al instituto.


Lo sé, casi 30 años y de nuevo en el instituto, sinceramente, me siento como si fuese la protagonista de 21 Jump Street (en España terriblemente traducida como Infiltrados en el insti), pero no, no soy una policía que se matricula en un instituto para desmantelar un cártel de droga.

Tristemente mi historial por institutos es lamentable. Desde fracaso a acoso escolar, no fue nada fácil para mi, además de haber estado en muchos centros...
Pero por suerte esta vez empiezo unos nuevos estudios por decisión propia, también un poco por la crisis económica ya que tuve que decidir si dar un cambio radical a mi vida o seguir hundida en el caos personal.

Si os soy sincera, estoy acojonada acerca de la idea de volver a ser estudiante. En parte porqué ya estuve en este mismo instituto ocho años atrás y mi paso por allí fue otra gota que colmó otro vaso.
La cagué a partir del día 15 de estudiar allí, cuando en medio de una clase tuve un ataque de pánico escénico y salí corriendo para encerrarme en el baño a llorar.


Esta fue la primera de las 150 y pico cagadas siguientes... en fin...

No es que me aterre tener que hablar en público, al contrario, durante estos años estudiado FP's no me quedó otra opción que superar mi pánico escénico, además de que ya no soy tan introvertida como solía ser...

Lo que realmente me da miedo es volver a cometer tonterías que puedan afectar a mi imagen, ya que cuando uno está en este tipo de estudios, lo que importa es tu reputación ya que en parte de ella dependerá tu futuro laboral. En mi caso lo tengo bien claro, ahora ya solo queda ponerlo en práctica y hacer una enooooorme inversión económica.

No voy a hablar de esas “tonterías que marcaron mis 21 años”, ya que este no es el caso, pero si que quiero hablar acerca de estos miedos, ya que a veces al hacer públicos nuestros miedos nos damos cuenta de que 50.000.000 de personas sufren o han sufrido el mismo miedo y... ¡no es para tanto!

Bien... Vamos a por ellos.

Miedo número 1 y creo que el más gordo de todos: estudiar casi a los 30 años unos estudios donde mis compañeros seguramente tengan 16 años.
Fisicamente no aparento 29 y mentalmente muchísimo menos, soy capaz de camuflarme entre un grupo de adolescentes, pero aun así sé que soy una mujer adulta.
Me da miedo el no encajar, verme como si fuese la madre de todos ellos y saliera mi instinto materno. Sé que es un miedo irracional, pero me asusta.
A veces pienso si merece la pena seguir estudiando, ya que desgraciadamente vivimos en un país donde parece que estudiar en edad adulta es cosa de imbéciles, o eres joven y lo haces todo o envejeces y no tienes derecho a nada.


Es más, siempre bromeo con que ire a la universidad el día que mi ahijado también (este año empieza bachillerato) y así le pondré en rídiculo en los pasillos delante de las chicas para que no ligue...

Para mi no es una broma, el ir a la universidad a partir de los 40 o los 60.
Me encantaría, ya que de momento no me lo puedo permitir, pero quien sabe si en unos años consigo llevar a cabo mi sueño empresarial y puedo permitirme el lujo de estudiar una carrera por placer.

Entonces... Si quiero estudiar en la universidad sea cual sea mi edad... ¿por qué no en un instituto?

Otro miedo irracional es tener la misma edad que alguno de mis profesores o peor aun... que me confundan con la profesora...

Miedo número dos, que mi confianza compulsiva me lleve a cagarla a lo grande.
Hace ocho años, bromeando en clase, le di un cachete en el culo a un compañero... Bien... No os podéis ni imaginar la reacción del chico y de los demás compañeros de clase... ¡Fue horrible!
Se trastornaron los papeles y quedé como el típico troglodita machista de la España profunda que piropea y mete mano a las mujeres... Me sentí fatal y eso que estaba bromeando con el chaval...
Una situación muy muy violenta...


Miedo número tres... Ser la única chica en clase.
Si, como leéis, miré la lista definitiva de alumnos admitidos y allí estaba yo, sola.
Ocho años atrás eramos dos chicas y entre las dos nos hicimos un poco de piña, pero desgraciadamente salió la única neurona imbécil que todo tío posee y nos etiquetaron como la guapa y la fea... Creo que no hace falta decir quien se quedó con la etiqueta de fea... Yo.
Aun así, aunque vaya a estar sola, me aterra la idea de ser juzgada, sé que no es fácil ser mujer en un mundo de hombres, esta vez no voy a aspirar al mejor puesto en la mejor empresa ya que esta vez quiero ser una buena empresaria, pero aun así me aterra el ser el único objetivo femenino.
Ya me bastó la lección recibida hace ocho años, tanto que aun me escuece.

Y creo que el último miedo (ufff... pensaba que serían por lo menos 50) es una profesora que tuve que bueno... digamos que tuvimos una relación bastante tensa como profesora-estudiante.
Años después coincidimos fuera del ámbito estudiantil y fue super cordial y simpática conmigo, pero he de decir que aun así tengo esa desconfianza por si vuelve esa tensión por verme en este campo.
v

Tal vez todos estos miedos sean un simple dolor de cabeza y encuentre mi sitio en el instituto.
Quiero pensar que será como en la película 21 Jump Street y que finalmente seré una más entre todos esos adolescentes lleno de emociones nuevas que dominan sus hormonas.


Quiero pensar, que por fin viviré la adolescencia que me merezco y no tuve.


Eva

martes, 1 de septiembre de 2015

Superando miedos: Ratzilla

Bueno, este post es creado por vía popular, así que va dedicado a todas esas supervivientes que en más de una ocasión se han enfrentado a sus miedos y han logrado afrontarlos, sean cuales sean ;-)

Todo empezó una calurosa noche veraniega en Mallorca… jajajajaja tranquilos que no empezaré así mi historia, aunque bien es cierto que era verano y hacía un calor de espanto, por ese motivo teníamos las ventanas y la puerta de casa abiertas de par en par.

Estaba completamente dormida cuando de pronto escuché ruidos en el salón y pensé que serían mis perros que estaban comiendo algo que tal vez mi novio habría dejado fuera de la cocina.

De pronto escuché como empezaba a haber un concierto de heavy metal canino (vamos que me la liaron bien parda) y de un salto pegué al salón, como si fuese el mismisimo Flash de camino al baño de su casa.

Por raro que parezca… aun tengo el belén de navidad montado encima de la chimenea, lo sé, estamos ya a finales de agosto casi septiembre y en poco volverá a ser navidad… soy práctica, lo tengo puesto para esta próxima navidad.
A lo que iba, me giré para contemplar mi precioso belén el cual también estaban observando atentamente mis perros cuando de pronto veo que encima del niño Jesús hay una pedazo de rata enorme del tamaño de un hurón.

¡¿Pero desde cuando el pesebre tiene semejante invitado?!

Sin exagerar nada... ¡Así era la rata que había sobre mi belén!

No os podéis imaginar el chillido más salto olímpico que dí hacia mi cama, es más, si los jueces de los Juegos Olímpicos hubiesen estado allí habrían declarado mi actuación como nuevo deporte olímpico, de invierno y verano.

La situación es que terminamos encerrados en la habitación mi perro Truc (mezcla de teckel con ratero mallorquín, ésta segunda raza mundialmente famosa por su hazaña de cazadores de ratas), mi novio que estaba en el mundo de Morfeo y yo, chillando como una loca que había una rata en el salón.

A todo esto decir que mi novio se despertó y entendí un gruñido que traducido al mallorquín y yo os traduzco al castellano, quería decir: “¿qué pasa?”.

Como era una situación un tanto surrealista estar tan acojonados el perro y yo, decidí salir de la habitación y fui a comprobar si Ratzilla (chiste malo de rata + Godzilla) seguía allí.

¡Tenía que meter esta épica imagen!

Pero como en las películas de súper héroes, donde el momento en el que el mutante cachitas y tremendamente buenorro salva a la chica guapísima aférrimamente tonta… allí estaba mi súper héroe: Xul·lo, una preciosa mezcla de Gran Danés con Pit Bull (ya tu sabe...otro chiste malo), se estaba jalando tan gustosamente a Ratzilla encima del sofá.

Mi Gran Bull Xul·lo


En esos segundos cuando la banda sonora de peli de súper héroes desapareció, me sentí como en Ley y Orden en el momento en que encuentran la víctima y con un café en mano hacen un análisis de lo sucedido…

Efectivamente, a las 4:30 estaba con un bote lleno de chucherías, intentando dárselas a mi perro para que soltara a la rata que estaba manchando de sangre mi sofá… Lo sé, ni Marilyn Manson tendría tanta imaginación para describir una escena semejante…

Obviamente (lo aprendí hace poco…) cuando un perro caza una presa hay que premiarlo, ya que en teoría (solo una vez lo hizo un perro mio…) el can trae la presa para ti y quiere tu aprobación, pero en este caso y por segunda vez, mi perro cazó una rata para quedarsela para él solito…

Quienes no me conocéis bien… soy una especie de Bridget Jones y Mr Bean pero con un toque friki,es decir, soy más torpe que Mr Magoo, así que tras comprobar que lanzando chucherías a mi perro no funcionaba para que soltase la rata, decidí armarme de valor y con la ayuda de una bolsa de basura y una manta enrollada en la mano… intenté quitársela.

En ocasiones cocino así en mi casa...


No haré mucho hincapié en los tensos momentos en que la rata se escapó de mis manos y fue a parar al sofá de al lado mientras mi perro y yo nos debatíamos en una fuerte batalla por llegar el primero al premio…

Directamente os contaré que decidí no avisar a mi novio, a pesar del asco que me daba coger la rata, y con una mano tapada con una manta, logré meter a dicho animalito en una bolsa de basura.

Pero eso no era todo… Yo vivo intensamente las películas, me meto tan de lleno en ellas que a veces paseo entre mundos de ciencia ficción, así que como en la película Avatar, quise darle un último adiós a Ratzilla… Pero lo único que salió de mi fue un “descansa en paz” y me fui corriendo al dormitorio con un subidón de adrenalina que ni los Vengadores en plena lucha por salvar al universo.



Así que os dejo la última conversación de la noche con mi novio:
Yo: --”Cariño… he tirado yo solita a la rata en la basura… me ha dado mucho asco cogerla y me siento muy mal porque no he sabido dedicarle unas últimas palabras fúnebres…”
Mi novio: --”Haberle dicho: no hubieras entrado en la casa”

Y así fue como vencí mi miedo a las ratas, ahora ya solo me queda nadar en una piscina llena de tiburones y luego cruzar el estrecho de Gibraltar a nado… pero eso será otro día que sino me tenéis todo el día aquí escribiendo posts ;-)

¡Gracias por leerme y apoyar mi pequeño proyecto de Sobreviviendo a los 30!
Nos leemos pronto,

Eva