miércoles, 14 de octubre de 2015

Reflexión sobre el inicio de cursos

¿Quién me mandó a estudiar? Pues sinceramente, nadie.

Todo empezó un día que me di cuenta que el trabajo que tenía y que tanto adoraba, de repente lo odiaba y apenas ganaba para pagar la gasolina de todo el mes.

Creedme si os digo que fue todo un shock aceptar la realidad. Quería estudiar un carísimo curso de una universidad de por United Kingdom (vamos de Inglaterra) para así poder acceder a un trabajo mejor, pero como en Mallorca nos basamos en las modas que hay en el mercado actual, los profesores no nativos, o peor aun, profesores de inglés mallorquines, son toda una deshonra y apenas hay un trabajo digno para ellos.

Así que allí estaba, delante de mi novio llorando porqué mi futuro no tenía futuro, llevaba un año trabajando muy duro, e incluso un día tuve un ataque de ansiedad y no pude ir a trabajar.
¿Merecía la pena tanto sufrimiento por apenas cuatro perras? No.


Lo decía Steve Jobs; si no te apasiona lo que haces, es que algo no haces bien. Fue entonces cuando tras meditar seriamente el asunto, decidí cambiar los idiomas por los vehículos. Y fue entonces cuando empecé el proceso de matriculación para dos sitios: un instituto con enseñanzas de FP y la Escuela Oficial de Idiomas de mi ciudad.

Oh que cosas que conseguí plaza en ambos sitios y ahora escribo en medio de un mini descanso que me doy en este puente del Pilar.

No escribo esta entrada para quejarme y despotricar acerca de la decisión que tomé, sino todo lo contrario, si tu te encuentras en ese momento en que no sabes si dar el paso y cambiar radicalmente tu vida, o seguir igual, con la misma amargura que te despierta todas las mañanas, léelo, tal vez consiga inspirarte para hacer lo que hacen los valientes, o como diría yo: lo que los locos hacen sin pensárselo dos veces.

No es fácil, ya que desafortunadamente vivimos en una sociedad muy cuadriculada. Los que son buenos con las matemáticas deben ser ingenieros, los que son simpáticos con los niños deben estudiar magisterio y los que son unos pintamonas... seguir pintando monas.

En mi caso estudié diseño gráfico, más específicamente dos FP (Formación Profesional): preimpresión en artes gráficas y diseño y producción editorial. Ah y también el bachillerato artístico.

Apenas he logrado trabajar de ello, solo decir que en todos estos años he logrado tener sólo una clienta que valora y respeta mi trabajo ya que la mayoría de proyectos antes de ella fueron despreciados y grandes pérdidas de tiempo.
Eso me dolió muchísimo y el momento en que decidí volver a meterme en el mundo de la automoción (irónicamente lo intenté antes de entrar en el mundo del diseño) fue un auténtico choque de identidades.

¿Qué soy, diseñadora gráfica o quiero ser pintora de coches? ¿Moriré sin haber diseñado algo importante en mi vida? ¿Alguna vez sabré pintar bien un coche? ¿Puedo fusionar ambas cosas?




Hazte todas las preguntas que necesites hacerte, aunque sean surrealistas, no siempre encontrarás respuesta, pero debes saber que muchísima más gente se ha encontrado en la misma situación y han decidido dar el salto y ser otra persona, ser polivalentes, porqué te puede gustar la repostería y hacer cupcakes para las fiestas de tus hijos pero también puedes diseñar páginas web con las que ganarte un sueldo.

Recuerda que puedes ser quien quieras ser

Otro bache con el que me he encontrado es que soy la mayor de mi clase, solo decir que el más joven tiene solo 15 años... ¡todo un niño! Y como no, cayó el típico comentario de: “¿Pero y a tu edad aun sigues estudiando?

¿Es que hay alguna ley donde ponga la edad mínima y la edad máxima para estudiar? Creo yo que ampliaron el acceso a la universidad a los 60 años... Entonces... ¿Realmente importa la edad con la que decida continuar mis estudios? No.



Me da igual ser la mayor en mi clase, a mi lo que realmente me importa es que como mujer, he decidido entrar en un campo laboral donde mis demás compañeras las podré contar con los dedos de las manos, e incluso estarán dispersas en diferentes empresas.

Además de que cada día tengo más claro que quiero ir a la universidad para estudiar por puro placer, para poder ampliar mis conocimientos y no con la necesidad de encontrar urgentemente mi primer empleo.

Conozco a personas, y seguro que si preguntas te dirán de más gente, que decidieron ir a la universidad tras jubilarse. ¡Me parece fantástico! El cerebro no caduca y de repente nos volvemos idiotas, al contrario, el cerebro necesita actividad y el iniciar un curso, desde un cursillo en tu centro de actividades del barrio, a una FP o incluso una carrera universitaria es el mejor enriquecimiento que le puedes dar a tus neuronas.

Así que el día que pueda costearme por mí misma (y espero que esté en la UIB, la universidad de Baleares) me encantaría estudiar Bellas Artes, pero por el placer de aprender a hacer cosas que de momento no sé hacer o no me puedo permitir bien por temas económicos o de tiempo.

Resulta agotador estudiar cuando ya tienes una edad... más crecidita por así decirlo. Pero lo mismo ocurre con los deportes, a la hora de hacer cálculos matemáticos sin calculadora y aun más si eres un desastre con los números... Da igual, yo me lo tomo como un entrenamiento, es más, este curso me he propuesto sacar las mejores notas de mi vida, superar a la tontaca que era cuando estudiaba bachiller, ser capaz de llevar mi casa, mis perros, mi relación de pareja, mis gastos económicos y además los estudios. Quiero ser la Wonder Woman que siempre predico que debemos ser todas (ey que los hombres también podéis ser vuestro propio Super Man ;-) ).



Así que si aun sigues con dudas acerca si hacer ese curso donde serás el alumno más viejo, que te quitará unas horas de tu rutina y encima será dificil... Hazlo, porqué la vida es asumir riesgos y después disfrutar de los resultados.


¡Hazlo, no pienses más! Simplemente hazlo.

Eva

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